martes, 30 de septiembre de 2008

Montón de trigo: Lugar para encontrarse por Norberto García Hernanz



EL ADELANTADO DE SEGOVIA 07/09/2008

Según cuenta una leyenda que me acabo de inventar, cuando alguien sube a una cumbre excepcional, como esta en la que me hallo, suele dejar en ella, sin notarlo, parte de su alma viajera contemplando indefinidamente los paisajes que desde allí se observan. El resto de ese ánima y el cuerpo, vuelven después a los valles y ciudades, pero con la sensación de haber dejado en la cima, parte de las preguntas existenciales que nos atañen y parte de esa humanidad, expectante e ilusionada por lo trascendente, que en cada uno tiene su espacio. De esa forma, cuando volvemos de nuevo a visitar la montaña, (siempre según la leyenda, por supuesto) recuperamos aquella parte de nosotros, que dejamos antaño y celebramos el encuentro enriqueciéndonos con lo que el otro yo, que allí dejamos, impertérrito y observante, nos relata en una sola mirada esclarecedora.Una sensación parecida estoy teniendo esta mañana de verano, en que por quinta vez (según mis anotaciones), he subido al Montón de Trigo. Aquí estoy reunido, pues, en solitario, con los anteriores “yoes”, que en distintas etapas de mi vida acudieron a la llamada de este monolito serrano, divisable desde innumerables lugares de la meseta castellana. Aquí estoy yo, sin haber visto durante horas a ningún otro ser humano y con varios sistemas montañosos ofreciéndole a mi vista la belleza inconmensurable de sus riscos.Desde este mirador privilegiado se pueden ver los valles del Río Moros, Eresma y Guadarrama, entre otros, (al valle de la Acebeda también, pero mejor no darle publicidad, para que siga un tanto anónimo a visitas multitudinarias) y cumbres notables de la Sierra de Guadarrama, entre las que destaca Peñalara (la más alta, con 2430 metros), así como aquellas otras, lejanas, de Gredos, de las que hoy, por culpa de la neblina, apenas percibo la silueta.No vale aquí quejarse de la dureza de la subida, o de que los años van pesando en las piernas, o de que cualquier tiempo pasado fue como quiso ser, porque todo invita a darle suelta al optimismo, a tomar un buen trago de agua y a fotografiar lo que desde aquí se observa, que por suerte aún, es bastante natural y salvaje. El Montón de Trigo con su forma piramidal es observable desde tantos sitios distintos, que bien podría llamarse “El faro de Guadarrama”, por servir a menudo de referencia, no sólo a los montañeros sino a los viajeros que se mueven entre las provincias de Segovia y Madrid.Supongo que cada vez me costará más reencontrar esas partes de mí, que se han ido diseminando por las diferentes cumbres de la sierra segoviana, en mis visitas, porque las ocasiones irán escaseando, pero es bueno mantener la esperanza de que siempre las habrá y saber que para mí o para los que quieran subir aquí arriba a encontrase consigo mismo y a llenar los pulmones de sensaciones positivas, siempre estarán estas fortificaciones rocosas esperando. Ahora lo que toca es descender y desandar el camino, que me llevará de nuevo a otros lugares más habituales y frecuentados. Se hace tarde y no es cuestión de molestar a todos estos meditantes espectrales, que ya están, como cada día, mirando el horizonte intensamente y esperando (según la leyenda, como dije) el reencuentro con aquellos que subieron una vez hasta esta altura, para entregarles la sabiduría atesorada en el silencio. Yo por mi parte, sea cual fuere el motivo preciso por el que así me siento, regreso a casa más contento y realizado que unas pascuas.

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