jueves, 8 de septiembre de 2011

RAZONES, SINRAZONES Y CONFUSIONES

RAZONES, SINRAZONES Y CONFUSIONES

Respecto a un artículo recientemente publicado por El Adelantado de Segovia titulado Razón y sinrazón en la JMJ, quisiera, por alusiones, contestar con la misma buena fe que lo hace su autor, pero discrepando ostensiblemente.

Y digo por alusiones, porque en algún aspecto me encuentro identificado con los que consideran que (a pesar de afirmarlo Vargas Llosa), la religión no es indispensable en una sociedad democrática, ni creo que las manifestaciones anticatólicas, hayan sido violentas en su gran mayoría, ni en realidad anticatólicas, en la visita del Papa, sino en todo caso anti visita del Sumo Pontífice.

También me siento aludido, cuando se acusa de sinrazón a los simplemente no partidarios, de ciertas manifestaciones religiosas. Sobre todo me impresiona el cómo se puede dar la vuelta a una tortilla que en un principio estaba solamente por el lado de la fe. ¿No era la fe lo principal en la religión? Me sorprende cómo el fenómeno religioso recurre últimamente a la Razón, como si la Razón y concretamente el razonar, pudiera ser fuente de veracidad, de verdad, cuando se sabe desde Kant y mucho antes, que el razonamiento por muy pormenorizado que sea, si está basado en axiomas en hipótesis falsas, puede conducir a resultados falsos. No es lo mismo razonar que “llevar la razón”.

Me sorprende cómo el Cardenal Joseph Ratzinger, antes de ser nombrado Papa, en su carta “La pretensión de la verdad puesta en duda” se suma al “equipo” de los filósofos racionalistas y afirma que ya San Agustín “percibía lo divino como consecuencia del análisis racional de la realidad”, con lo cual, de un plumazo coloca en segundo término a las demás religiones, argumentando que, si ellas pueden estar fundamentadas en la superstición o en mitologías de tres al cuarto, la religión cristiana, por el contrario, cuenta con el beneplácito de la filosofía que descubre la creencia en un solo dios verdadero, en su único hijo resucitado y en su iglesia extendida por el mundo, como consecuencia lógica, natural e irrevocable dada por la razón y avalada por todos los filósofos racionalistas.

Con ese “cerrojazo” a las creencias opositoras, eleva de rango la Verdad de la Iglesia, eludiendo todo el contingente de filósofos empíricos que no son de ahora (Epicúreos, Estoicos y Cínicos lo eran) pero que Locke, Hume, representan en su estado puro, por no hablar del avance que Kant con su Crítica de la Razón Pura hace, para poder superar las limitaciones de las verdades de la razón.

Los filósofos por supuesto, han seguido pensando y superando diferentes modos de interpretar la realidad y la verdad de lo que hay, mientras Iglesia ha parado en el punto en que no le interesa continuar, aunque haya usado determinadas vías paralelas como el existencialismo católico de Gabriel Marcel o Kierkegaard.

En definitiva, no es de recibo dar argumentos racionales a una religión, con la pretensión de descubrir su verdad, cuando esa religión ya parte de la verdad dada por la Fe y la Revelación.

Los cristianos parten de premisas como “La Verdad os hará libres” (Jn 8,32), no de otras más empíricas como “Prueba a ser libre e imparcial y luego busca tu verdad objetiva lo más noble y honestamente que puedas”.

¿Recurrirá la Iglesia, pues, en el futuro, cuando puedan fallarle la Fe y la Razón, para avalar sus planteamientos categóricos, a otros sistemas filosóficos arguyendo que “ya lo decía ella desde antiguo”?

Téngase pues algo más de consideración para las disensiones respecto a verdades religiosas absolutas variopintas, que por ser variopintas no pueden ser absolutas ni ciertas, o por lo menos todas menos una. ¿Cuál?.