La actualidad segoviana, por estas fechas, es prolija en noticias, metidos como estamos en la candidatura Segovia 2016, las Fiestas de San Juan y San Pedro y todo tipo de celebraciones de barrios, pueblos y comarcas, que en el final de primavera abundan en nuestra provincia.
Yo, atento a todo ese tipo de acontecimientos, no lo estoy menos a otros, que se celebran en el exterior de las urbes y que tienen relación directa con el entorno natural de nuestra capital.
Me refiero al espectáculo del cambio de colorido en los campos circundantes, a la nueva floración exuberante, que invade caminos y praderas y también, como ocurre cada año, a la desaparición lenta, pero inexorable de los neveros serranos.
Esos neveros que resaltan y agigantan, uniformes, en invierno, las montañas cercanas, y que, poco a poco, se convierten en regatos serpenteantes de leche, luego en hilillos finos de seda y finalmente en gotas dispersas de sucio algodón, luchando contra el tiempo, por no desaparecer. Según su estado de conservación podemos adivinar la época en que los observamos, salvo excepciones. Pasamos de ver
Y eso es lo que queda, allá arriba, hoy mismo. Es lo que he visto, desde alguna atalaya, esta mañana y lo que en unos días será solamente un punto perdido en el azul serrano, difícilmente distinguible.
Para unos pasará inadvertido este acontecimiento, otros pensarán que ya no hay neveros como los de antes y otros, que este año han durado más que de costumbre. Todo está en función de la sensibilidad, el interés o el tiempo que se tenga disponible para estas observaciones y reflexiones, pero no estaría mal que también fuera motivo de una nota de prensa, con similar importancia o superior a las que anuncian esas celebraciones, pregones, inauguraciones o clausuras de acontecimientos.
Algo así como: “Hoy, ha dejado de verse la nieve en Peñalara por esta temporada. Esperamos que la próxima, sea igualmente de nieves y si es posible de más bienes y menos crisis”.
Norberto García Hernanz
